jueves, 2 de julio de 2009

Plan de desarrollo universitario de la UNAH 1967-1972.

Todo estaba por hacer. El abogado Oswaldo Ramos Soto, rector apoyado por la derecha, criticó a las administraciones inmediatamente anteriores a la suya, payadas por la izquierda, por su rechazo a la planificación de la actividad universitaria; el de su Rectoría fue el segundo Plan de Desarrollo Universitario, habiendo sido aprobada el primero por el Rector Arturo Quesada, también apoyado por el Frente Unido Universitario Democrático (FUUD), la agrupación estudiantil de la derecha. Planificar, sin embargo, en materia económica, especialmente, era una operación que había surgido del socialismo aunque fue adoptada por los gobiernos del capitalismo desarrollista y se generalizó después de la Segunda Guerra Mundial, al punto de convertirse en una estrategia técnica de trabajo sin orientación ideológica.

Las inquietudes, ilusiones, proyectos de la primera generación de la autonomía quedaron plasmados en el Plan de Desarrollo Universitario 1967-1972. La puesta en marcha de este plan y la consecución posterior de muchos de sus objetivos significaron para le rectoría del ingeniero Arturo Quesada, ejercida durante dos períodos, ser considerada como la más importante gestión de la época autónoma.

Este Plan de Desarrollo recogió, por otra parte, los planteamientos de reforma generados y recomendados desde el organismo regional universitario, CSUCA, y las conclusiones de una misión de UNESCO, de 1962. Los principios de esta reforma universitaria, transformados en Plan de Desarrollo, se inspiraron en gran medida en las ideas y análisis del académico norteamericano Rudolph P. Atcon acerca del mundo universitario latinoamericano, que era pertinente cambiar y de la dirección que había que darle a dichos cambios.

Según Atcon:

Ø La universidad latinoamericana era una institución 2feudal”. Aunque el término pueda ser objetable, entendida por ello su carácter desmembrado en islas de poder o facultades, cada cual omnímoda en su propio campo. El principal organismo de gobierno, Consejo Universitario, era una especie de club con un rector como presidente nominal pero sin autoridad para conjuntar a estos decanos, dueños y señores de su propio feudo.

Ø La universidad latinoamericana era únicamente profesionalizante. Se acuñó la frase de que era “una fabrica” de profesionales. Sólo se dedicaba a preparar futuros profesionales y sobre todo en Centroamérica, en las áreas más tradicionales: derecho, medicina, ingeniería. Aparte de eso, no hacía nada más y mucho menos investigar y producir o divulgar el conocimiento científico o los aportes de la cultura y de la creatividad artística.

Ø La universidad latinoamericana se había convertido en elemento privilegiado del orden prevaleciente, injusto y atrasado. En los muy encumbrados órdenes y jerarquías de terratenientes, burócratas y militares se habían incrustado los poseedores de un título universitario; estos privilegiados de nuevo cuño ocupaban también el poder y justificaban el poder de las élites seculares, favoreciendo es statu quo.

Ø La universidad latinoamericana, así constituida, era una rémora de la que poco podía esperar la sociedad en vistas a su futuro y necesario desarrollo.

Atcon efectuó su análisis pero además propuso medidas correctivas. La principal recomendación de todas fue la de la inmediata introducción a la formación universitaria de los Estudios Generales. La misión de UNESCO y el CSUCA secundaron de inmediato esta propuesta que fue siendo adoptada por las universidades públicas de la región.


Dado el origen norteamericano del proyectista, la reforma de Atcon fue acusada de imperialista por movimientos estudiantiles radicales en Guatemala y el Salvador, cuyas universidades públicas suprimieron los Estudios Generales. Pero subsistieron e incluso fueron reforzados en las universidades de Costa Rica, autónoma de Nicaragua y autónoma de Honduras.

Una virtud de esta reforma, que utilizó como punta de lanza a los Estudios Generales, fue que no se trató de una “ley” (en Honduras estamos muy acostumbrados a considerar que toda reforma debe comenzar y casi agotarse en una medida legal); tampoco se trato de un cambio en el organigrama de poder (otra receta muy hondureña para reformar ajustando las estructuras de mando); se trato de un cambio introducido directamente al currículo y al aula, al trabajo académico diario entre profesores y estudiantes.

Para la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, los Estudios Generales implicaron:


Ø Un enriquecimiento del currículo para los estudiantes, con independencia de la carrera escogida. De este modo se les daba a todos y todas una base uniforme, una formación fundada en un perfil social dl universitario, una oportunidad para superar la excesiva carga profesionalizante que estaba convirtiendo a cada graduado en un “inculto” en un “bárbaro” tecnócrata, parafraseando ideas del filosofo español José Ortega y Gasset) que creían saberlo todo y no superaban el estrecho marco de las orejeras de su especialización.

Ø Una educación formativa en valores individuales y sociales para suministrar a los estudiantes “conocimientos sobre el universo en que vive, a todos los niveles y en todas las formas y prepararlo para la vida como ciudadano influyente y productivo”; para así desenvolver las aptitudes dele estudiante para “pensar con precisión, expresarse con corrección, sentir como emoción, actuar con responsabilidad”. De acuerdo con el Plan de Desarrollo, el perfil del universitario “cumplirá las siguientes exigencias: ser hombre de cultura, ser hombre de región, ser hombre productivo”.


Ø La introducción, por primera vez en el nivel académico superior, del cultivo y el estudio de disciplinas que son el núcleo de la formación científica y que pueden abrir el campo a una productiva investigación científica. Nunca antes, en Honduras, a nivel superior y con graduados universitarios en el respectivo campo, se había enseñado Matemáticas, Filosofía, Historia, Sociología, Física, Biología, Ciencias Políticas, Español. Es cierto que en diferentes carreras se enseñaba matemática, ciencias naturales, ciencias sociales, filosofía, lengua materna, pero para la población hondureña saber de matemática era propio de ingenieros y saber de filosofía o de historia era propio de abogados lo que no era más que un reflejo de aquella universidad pequeña, anti-científica y profesionalizante. Con la introducción de los Estudios Generales, la UNAH comenzó a albergar a los conocedores directos, formados en estos campos, contrató matemáticos, físicos, filósofos, historiadores, biólogos, lingüistas.

Ø La definición de la unidad académica básica que ya no habrían de ser la facultad o la cátedra sino el departamento. Todas las asignaturas de un campo, matemática por ejemplo, servidas por un mismo departamento, todos los profesores de un campo, de matemática por ejemplo, pertenecientes a un mismo departamento, todos los estudiantes matriculados en alguna asignatura de un campo, el de matemáticas, por ejemplo, atendidos por un mismo departamento. Así y para toda la Universidad, el departamento de matemáticas, compuesto por matemáticos, se encargaba de servir todas las asignaturas de matemática cursadas en cualquier carrera o facultad, a todos los estudiantes matriculados en alguna asignatura de matemática perteneciente a cualquier carrera o facultad. Esta era, además, de una solución lógica académica, para dar a cada campo y a cada especialista en dicho campo lo correspondiente, una forma eficaz de romper las islas dispersas que eran las facultades.

Ø La necesidad de contraer profesores a tiempo completo. Atcon conocía de primera mano a las universidades norteamericanas adonde no se concibe un académico universitario que no le entregue todo a su tiempo laboral a la entidad a la que presta servicios. En Latinoamérica, y sobre todo en Honduras, era todo lo contrario, los profesores sólo eventualmente acudían a la universidad. Pero los Estudios Generales, diseñados para atender una matricula creciente, en especial, de estudiantes de primer ingreso y de los primeros ciclos de una carrera, junto al proceso de departamentalización, comenzaron a requerir un nuevo tipo docente, que estuviera todo su tiempo laboral en el campus. Por otra parte, si médicos y abogados tienen un amplio espacio para el ejercicio liberal de su profesión, el campo de acción para físicos, historiadores, matemáticos, filósofos en el nivel superior es casi necesariamente una universidad. De esta forma, la academia en Honduras empezó a fortalecerse.

En Centroamérica hubo diversas propuestas de currículo para los Estudios Generales. Por lo común, se incluía una asignatura de matemáticas que, en Honduras, en un principio, era igual para cualquier estudiante de cualquier carrera, sobre la base de que la matemática es hoy día el lenguaje fundamental de todas las ciencias; más adelante, este curso común fue conociendo variaciones según las áreas, por ejemplo, para el área de las ciencias sociales se estableció un curso de Estadística Social.


Nunca faltó una asignatura de Filosofía, para dotar a todos los estudiantes con los instrumentos intelectuales que le permitieran formarse una visión del mundo y de la vida humana. Si bien, las asignaturas generales se destinaban a estudiantes de primeros años universitarios también se recomendó que además de horizontales fueran verticales y se extendieran a lo largo de toda la formación del estudiante. Esto sobre todo para la filosofía, pues algún curso de esta disciplina parecía adecuado matricular al final, como reflexión en la cúspide de una carrera. Junto a las anteriores, Español e Historia de la Cultura constituían la base más general, mientras se orientaban por áreas de estudio otras asignaturas del campo de la física, biología, química, sociología, antropología, ciencias políticas, literatura.

Se solía recomendar para estudiantes de carreras del campo de las ciencias sociales y a estudiantes, por ejemplo, de economía, tomar las asignaturas orientadas del campo de las ciencias naturales. También, esta recomendación, con el propósito de romper esa visión de estrecha profesionalización. En la UNAH, Historia de la Cultura pasaría a convertirse con el tiempo en Historia General de Honduras, y al campo de la formación general se agregarían asignaturas de educación artística, educativa deportiva y lenguas extranjeras, más una gama de asignaturas optativas.

Hubo necesidad de administrar la creciente complejidad cualitativa y cuantitativa del programa de Estudios Generales. Durante un corto período funcionó el Departamento de Ciencias Básicas (1960) que pronto se transformó en el Centro Universitario de Estudios Generales (CUEG, 1962) que en el Plan de Desarrollo fue concebida como la unidad nuclear de la universidad. Además de atender los estudios generales, fueron surgiendo carreras universitarias en el CUEG relacionados con las disciplinas a su cargo, así las de Pedagogía, Psicología, inicialmente, y luego las de Trabajo Social, Historia, Letras, Filosofía, Física, Biología, Matemáticas, Sociología, Educación física, Arte, Deportes, todas a nivel de licenciatura. Fue difícil plantear y ejecutar la reforma.

Estaba todo por hacer en la universidad y existían viejas ideas y viejas prácticas resistentes a todo cambio o a toda novedad, aún siendo tan mezquino y raquítico el ambiente académico. Fue mucho lo que se hizo: La UNAH abrió sus puertas a todos los graduados del nivel medio, peritos mercantiles y maestros, además de bachilleres y amplias oportunidades para estudiar en horarios diurnos y nocturnos, dando lugar a un notable crecimiento de la matrícula. Gracias a una inteligente y visionaria inversión, la UNAH adquirió predios al este de la ciudad, en la vecindad de la aldea de Suyapa y para 1969 comenzó a trasladarse de los viejos y dispersos edificios del centro a las modernas edificaciones de la Ciudad Universitaria, para cuya construcción se contó con un préstamo del BID.

Se establecieron los servicios administrativos de básica necesidad: oficina personal, oficina de registro, de desarrollo físico. La biblioteca de la UNAH llegó a convertirse en la mejor biblioteca del país, por la calidad y cantidad de sus colecciones. Nunca antes se había congregado tan buen contingente de docentes en la universidad, sobre todo en las disciplinas científicas generales, en la que destacó la colaboración de numerosos docentes de diversos países, como Francia, España, Costa Rica. El número de carreras fue en ascenso, así como una mejor definición de los requisitos curriculares. Se crearon las direcciones académicas de Docencia, Investigación, Extensión y Planificación Universitaria. La universidad nacional comenzó a acreditarse como tal, al expandirse fuera de Tegucigalpa con la creación de los primeros centros regionales en San Pedro Sula (Centro Universitario Regional del norte, CURN) y en la Ceiba, (Centro Universitario del Litoral Atlántico, CURLA).

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