No obstante haberse aprobado en el país diez y seis textos constitucionales, trece estatales y tres federales, desde nuestro punto de vista el Estado de honduras como Estado unitario solamente ha tenido un modelo histórico de Constitución, que fundamentalmente adopta la forma de Estado de democracia clásica, la forma de gobierno republicana, democrática y representativa, el sistema de gobierno presidencialista y que inicialmente enuncia como derechos individuales el de libertad, propiedad e igualdad, a los que posteriormente se van agregando otros en los sucesivos textos constitucionales, hasta llegar a la Constitución de 1957 que inserta por primera vez, un catálogo de derechos sociales, económicos y culturales, que se sistematiza en las constituciones de 1965 y de 1982. En este último período, los textos constitucionales siguiendo en forma más amplia el modelo de las constituciones extensas o desarrolladas, incluye en la parte orgánica materias que no figuraban en las anteriores incluyendo la de 1936, tales como: el sistema económico, regulaciones sobre la banca y moneda, finanzas públicas, presupuesto, responsabilidad del Estado y de los funcionarios públicos, Fuerzas Armadas, Servicio Civil, instituciones descentralizadas, organismos estatales como la Procuraduría General y Contaduría General de la República, etc.
El hecho de que se hayan emitido tantos textos constitucionales se explica, por la inestabilidad política y social en que hemos vivido en América Latina en general, y en Honduras, en particular, así como por la desnaturalización que se produjo del poder constituyente al utilizarlo en forma derivado o reformador de la constitución anterior. A esto hay que agregar el propósito político-sectario circunstancial que tenían los grupos que se disputaban el poder de legitimar por medio de un texto constitucional, la usurpación de la soberanía del pueblo que frecuentemente hacían en detrimento de la democracia que proclamaban defender.
El hecho de que se hayan emitido tantos textos constitucionales se explica, por la inestabilidad política y social en que hemos vivido en América Latina en general, y en Honduras, en particular, así como por la desnaturalización que se produjo del poder constituyente al utilizarlo en forma derivado o reformador de la constitución anterior. A esto hay que agregar el propósito político-sectario circunstancial que tenían los grupos que se disputaban el poder de legitimar por medio de un texto constitucional, la usurpación de la soberanía del pueblo que frecuentemente hacían en detrimento de la democracia que proclamaban defender.
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